Nuestro Grillo

«Jamás la poesía de la tierra se extingue», escribe Keats en su poema sobre la cigarra y el grillo. Del concierto de la tierra sobresale el solo de la guitarra de cuerdas negras tocado por esos músicos discretos tratados por los chinos como jilgueros. (Las concubinas del emperador los tenían al lado del lecho en jaulas de oro). También se decía grillos a los aros y cepos para aherrojar y encadenar a los esclavos y presidiarios, pero siempre fue bien recibido el trovador del atardecer y de la aurora compitiendo con los gallos. Hasta que un voceras, un comediante lejos del epigrama y de la sátira latinos, está desacreditando al insecto cantor.

Beppe, un grillo no melodioso sino estridente, macarra, narcisista, que toca y canta el palo de la demagogia, un insultador de blog, un Duce bufo, está a punto de demoler en Italia el sistema de partidos. No es la primera vez que ocurre; Italia prosperaba mientras los políticos dormían, pero ahora está en juego la democracia.

He visto al bufón de Italia con el pelo pintado de rubio en un papel de su juventud, interpretando a Jesucristo, en el espacio que dirige JuanManuel de Prada. Tantos años después no trae ideas nuevas sino gamberradas de un coro de grillini que pretende volver a tomar Roma al grito de «acabemos con los puteros de la política».

Así han logrado bloquear la legislatura italiana y ser un empujón al euro. Su movimiento Cinco Estrellas, según ellos una revolución francesa sin guillotina, se basa en la consigna vaffanculo. Dando la vara y el espectáculo han logrado la cuarta parte de los votos y un tercio de los escaños en el Parlamento. No proponen la imaginación ni la libertad al poder sino la risa de los jibosos, los enanos que en cada palacio, cada castillo, encarnaban en su deformidad el espíritu de la crítica; éstos sólo aportan al debate la mala sangre de los resentidos.

Joaquín Leguina se pregunta: «¿Cuándo cantará nuestro grillo?». Es la gran pregunta. Las cifras pateadas en Bruselas, el desplome del PIB, el paro salvaje, cuando nadie se avergüenza de robar sino de robar poco entre las mentiras de los gobernantes y la huida compulsiva de capitales, configuran la víspera del caos. Volvemos a ese momento en el que los hombres están a punto de venderse a sí mismos como esclavos. La gente ya sabe que los partidos, sin democracia interna, se han sufragado tomando las cajas de ahorro. Pero la vorágine que se presiente es aún peor.

¿Cuándo cantará nuestro grillo? Nadie sabe ni cómo ni cuándo. En España siempre fracasaron los histriones, los payasos, los antipolíticos que quisieron colarse en el Parlamento; incluso acabaron en el talego.